Desde hace casi tres mil años, se tienen referencias sobre la posible existencia de otros seres poblando otros mundos. Religiones y mitologías de civilizaciones extinguidas como en el antiguo Egipto, Sumerios y Babilonios, con un concepto poco discernible entre seres puramente físicos y dioses o semidioses que habitaban otros planetas hablan de ellas. Tales de Mileto y Anaximandro en el 70 y 60 A.C. ya teorizaron con posibles planetas habitados. Demócrito pensaba de igual manera en contra de las ideas de Aristóteles, fiel defensor del geocentrismo. El Judaísmo y el Islam hacen también referencia al pluralismo de la vida en el universo. No seria hasta la invención del telescopio y el giro en la concepción del cosmos de mano de Copérnico que se retomo la idea de la vida extraterrestre, que tuvo un especial defensor en la figura de Giordano Bruno, al cual la defensa de sus ideas le llevo a la hoguera, ya que en el siglo XVI eran consideradas heréticas.
Fig. 1 La Sonda Pioneer X, lanzada por la NASA en 1972, llevaba una placa destinada a otras posibles civilizaciones
La exobiología o astrobiología, sin llegar a ser una ciencia "completa" (debido a que no hay ningún modelo conocido como referencia para estudiarlo), trata de elaborar hipótesis que nos sirvan para entender las posibilidades de otros planetas habitados. Es aquí donde surgen las preguntas de si la vida es únicamente posible sobre una base de carbono o si podemos aventurar siquiera que puede existir solo como formas básicas o mas evolucionadas, con o sin un cierto grado de inteligencia. Las, para nosotros, inevitables condiciones (en lo que casi siempre se basan las especulaciones al respecto) de existencia de agua líquida, oxígeno, estrella adecuada, órbita estable dentro de la zona de habitabilidad, defensas exteriores contra impactos de grandes asteroides o cometas, etc... Entra en contradicción con el concepto de que la vida en otros lugares se pudo abrir paso en forma y manera completamente distinta a como el ser humano la conoce.
El principio de mediocridad nos dice que la vida, tal y como la conocemos, puede ser igual en cualquier parte del universo, debiendo cumplirse para ello las teorías evolucionistas darwinianas, por lo que dicha vida seria también el resultado de la evolución de esas formas de vida y de la selección natural. Las probabilidades, sin embargo, para los escépticos de esta teoría, son muy bajas, ya que no hay ninguna prueba todavía de la existencia de planetas con unas condiciones básicas semejantes a las de la tierra. Hay que hacer constar que de lo que si se tienen pruebas suficientes es de que la aparición del hombre como especie se deben a una serie de circunstancias y casualidades que dichos escépticos califican de muy poco probables en cuanto a que se puedan repetir en otro planeta. El simple hecho de la no existencia de un satélite lo suficientemente grande como la Luna, haría posible que la vida no hubiese tenido oportunidad de aparecer, desarrollarse y evolucionar hasta nuestros días. Nuestra posición privilegiada en la galaxia también es determinante, ya que nos encontramos en una zona que por sus características permite la aparición de la vida y su posterior evolución, lléguese después al desarrollo de especies inteligentes o no, caso contrario en, por ejemplo, el centro galáctico. Contamos además con la protección de planetas gigantes que actúan de potentes imanes para objetos de orbitas que coincidirían fatalmente con la nuestra, con el tamaño suficiente para arrasar repetidamente todo vestigio de vida en el planeta, vida que necesitaría de millones de años para transformarse en algo complejo y cuya extinción dejaría poco tiempo para volver a desarrollarse hasta conseguir la suficiente complejidad para que la evolución y la selección natural la llevase a seres inteligentes.
Fig. 2 y 3 Las Sondas Voyager también llevaron un disco de oro con sonidos de la Tierra en su largo viaje hacia la inmensidad del Universo...
Casi tan famosa como E=mc2, Frank Drake postuló una ecuación probabilística del número de mundos habitados con posibilidades tecnológicas de comunicarse con otros ciudadanos universales, dentro de nuestra galaxia. Para ello estimo siete puntos que definirían con su producto las posibilidades de encontrar tales civilizaciones:
N = R* x fp x ne x fl x fi x fc x L
1- R* = índice de estrellas contemporáneas al Sol,
2- fp = número de estrellas con sistemas planetarios (en aquella época no se había descubierto aun ningún planeta extrasolar),
3- ne = número de planetas capaces de albergar vida,
4- fl = número de planetas con vida evolutiva,
5- fi = número de planetas con vida inteligente en evolución,
6- fc = número de planetas tecnológicamente desarrollados para comunicarse,
7- L = tiempo (años) de existencia de las civilizaciones tecnológicamente preparadas para poder comunicarse.
El producto de esta ecuación ofrece un resultado que va desde menos de cien a más de mil millones de planetas en nuestra galaxia. Téngase en cuenta que aplicando dicha ecuación al numero de galaxias conocido actualmente multiplicaría el resultado aproximadamente por cien mil millones.
Enrico Fermi, en contraposición a la ecuación de Drake, se preguntó por que siendo tan altas las probabilidades de la existencia de vida inteligente no teníamos evidencias físicas de ella, ni haber establecido aun contacto alguno. Sugirió por lo tanto que, o no existían o no estábamos buscando de la forma adecuada. El argumento en contra de la paradoja que lleva su nombre es que el que no haya evidencias no quiere decir que no existan. Otras posturas en contra a este razonamiento serian desde el desconocimiento de su existencia hasta que jamás han existido y nunca existirán. Podemos barajar otros argumentos tan validos como los anteriores:
1.- Han desaparecido por distintas causas como puede pasar en la tierra,
2.- Teniendo en cuenta la posibilidad de que, en efecto, no existan, podamos ser nosotros mismos, visitando el pasado como turistas del tiempo, aunque sin poder interferir en los asuntos del tiempo que visitamos, lo cual entra en franca discordia con la física clásica que no permitiría dichos viajes,
3.- Quizás nos hayan visitado, pero antes de nuestra aparición,
4.- Conocen nuestra existencia pero no quieren que conozcamos la suya,
5.- No poseemos la tecnología necesaria para poder detectarlos.
Cuadro 1 SETI: En busca de una señal inteligente
Todas las hipótesis, teorías e ideas expuestas desde los primeros pensadores hasta las ultimas teorías de la física moderna, desde la más inconcebible hasta las más peregrina, seguirán siendo discutibles y discutidas hasta tener la certeza física y observacional de que estamos acompañados. Podremos saber algún día si tenemos compañía, pero en la inmensidad del universo que contemplamos nunca podremos demostrar que estamos solos.
Joaquín Quiros Varela
para Simplemente... El Universo
para Simplemente... El Universo
Muy bueno el artículo y muy interesante el tema, sigan así... Muchas gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarPienso que no hay dudas de que no estamos solos en el Universo, pero sin embargo las distancias que nos separan de otros planetas, y no solo eso, sino el tema de la coincidencia en tiempo con otros seres inteligentes que tuvieran la capacidad tecnológica y desearan comunicarse con nosotros es un impedimento casi insalvable... por lo menos con la tecnología y ciencia actual.
ResponderEliminarRespecto a las visitas UFO u OVNI son simplemente malas identificaciones de fenómenos conocidos o en su defecto gente que busca llamar la atención.
Muy buena la página.