Introducción
¿Quién no ha visto una estrella fugaz?, ¿Cuántos de nosotros no habrán pedido, como dice la tradición, un deseo al observarla?. Con algo menos de romanticismo, podemos decir que todos hemos visto alguna y nos hemos sentido afortunados por ello. Pero, ¿que son en realidad? Este es un fenómeno astronómico muy frecuente ya que, prácticamente, todos los días se pueden observar bajo un cielo limpio de nubes y sin luz que nos lo dificulte. Una estrella fugaz no es otra cosa que un minúsculo grano de polvo que, a gran velocidad, atraviesa nuestra atmósfera y a causa del rozamiento con ella se quema y deja una estela luminosa, de mayor o menor intensidad y duración dependiendo del tamaño de esa partícula. Bien, pero, ¿y de dónde proceden?, ¿cómo se forman y por qué chocan con nosotros?, ¿solo pueden verse de noche?. Para empezar, primero debemos conocer un poco unos objetos fascinantes, formados en los inicios del Sistema Solar y compuestos principalmente de hielo y polvo: los cometas.
Un cometa es, básicamente, una bola de hielo sucio que viaja por el interior del Sistema Solar y cuya órbita le lleva cada cierto tiempo a acercarse al Sol. En este acercamiento se produce el calentamiento del cometa y debido a ello, sus partículas se desprenden con lo que se produce una especie de cola a causa del viento solar.
Imagen 1 - Cometa Halley, objeto asociado a las η-Acuáridas (ETA) y las Oriónidas (ORI). Créditos: ESA / Max-Planck-Institute for Solar System Research
¿Y que tienen que ver los cometas con las estrellas fugaces?. Muy sencillo: cuando los cometas van perdiendo parte de su material, éste queda en suspensión y si coincide este rastro con la órbita de la Tierra, al ser atravesados por ella entran en la atmósfera produciéndose su desintegración y dejando ese hermoso rastro luminoso. Cuando esto ocurre, con más o menos partículas colisionando con la Tierra, se produce una lluvia de estrellas y éstas van siempre asociadas a un cometa de período corto, salvo en algún caso en el cual están asociadas a un asteroide, aunque se cree que en estas ocasiones es debido a que el cometa se ha quedado “desnudo” y quedando sólo su núcleo interno, ha pasado a ser considerado como tal.
Las lluvias de estrellas que podemos observar son muchas y muy variadas con respecto al número de meteoros que se avistan en un determinado tiempo, haciendo una media y llamándose a este número la THZ, que viene a significar la Tasa Horaria Zenital, es decir, el número de media de meteoros que se pueden observar por hora. Su intensidad depende de la cantidad de material con el que se encuentra la Tierra a su paso por la zona en cuestión y han sido denominadas en su gran mayoría, basándose en la constelación de la cual parecen salir los meteoros, a cuyo punto o zona se le denomina Radiante.
Imagen 2 - Órbita del Cometa Halley, en los dos puntos que corta la de la Tierra se producen las η-Acuáridas (ETA) y las Oriónidas (ORI). Créditos: Wikimedia Commons Software Celestia
Todas las lluvias de estrellas varían en la cantidad de meteoros observados cada año, si bien, algunas tienen un número bastante estable, otras pueden aparecer con una actividad inusual y ser muy sorprendentes al no esperarse una THZ tan elevada. Las estimaciones hechas para cada lluvia de estrellas son, por lo tanto, aproximadas.
De las muchas lluvias de estrellas que podemos observar a lo largo del año, tenemos varias de mayor importancia debido a su espectacularidad y otras, éstas en mayor cantidad, cuyo número es escaso y que en muchas ocasiones pasan desapercibidas para la mayoría de aficionados, aunque no por ello no tengan una cierta relevancia y no sean estudiadas.
Cabe destacar que la mayoría de los datos aportados al estudio de este bello espectáculo celeste son realizados por astrónomos aficionados de todo el mundo, sin cuya aportación no se dispondría de tanta información sobre uno de los fenómenos más fáciles de observar sin necesidad de aparatos de ayuda óptica y para el que no es necesario sino desplazarse a un lugar lo menos contaminado tanto lumínica como atmosféricamente, no coincidir el día del máximo de actividad con la Luna demasiado grande, mucho mejor si es Nueva y tener fortuna con las condiciones de nubosidad local.
Hagamos un repaso de ellas y veamos algunos datos de interés sobre cada una.